En ocasiones tenemos la impresión de que alguien no es prejuicios@, dogmátic@ o discriminador/a porque sostiene ciertas ideas que van en contra de discriminaciones, dogmas o prejuicios. Pero muchas veces el que sostenga esas ideas se debe más a su intento por sentirse así que al hecho de ser así. Y eso se descubre observando la coherencia de sus posturas y discursos.
Se le ve el plumero a gente que critica el racismo pero es sexista. A gente que critica el machismo y es especista. A gente que critica el especismo pero es adultista. A gente que critica la homofobia pero discrimina a quien no es monógam@. A gente que dice que cada un@ es libre de pensar y hacer con su vida lo que quiera pero desprecia a otra que come hasta engordar mucho o que consume ciertas drogas… En un principio todo eso tiene un razonamiento común: ¿Por qué discriminar a alguien sólo por ser de un grupo determinado o hacer ciertas cosas que NO afectan a la vida y libertad del resto?”. Si aplicas esa pregunta en unos casos y no en otros se está viendo bien si “eres” o si sólo “vas de”.
Y creo que en este micro-artículo huelga añadir mucho más. Creo que está claro lo que digo. Si te pones una etiqueta XXL porque quieres parecer de mente muy abierta no creas que vas a colar como tal cuando luego incluso te quede floja una talla S al probarte otra prenda. Si no tienes que ir demostrando nada porque no vas de nada puedes ir en pelotas sin etiquetas. Aunque si lo haces prepárate para que te increpen por todos lados. Porque lo que está de moda es llevar ropa holgada.