Estimado Señor Juez,
No me voy a posicionar respecto a si me alegro o no de la muerte de un torero, sobre todo porque cuando en una sociedad hay tanta democracia que sólo tienes la opción de responder una cosa, porque si respondes otra te condenan incluso a cárcel, lo de «opinar» pierde por completo su significado. Así que diré que yo opino lo mismo que usted, que es lo más seguro.
En España llevamos décadas oyendo cómo se insulta a etarras muertos, a sus familias, se celebra su muerte, se exige pena de muerte (ilegal en este país, le recuerdo)… No seré yo quien aplauda a ETA precisamente, pero pocos etarras han causado tantas muertes como un torero y rara vez habrán torturado a alguien como hacen los toreros, si acaso ha ocurrido jamás. Nunca se ha abierto un caso contra una persona que se haya alegrado públicamente de la muerte de un etarra asesinado por policías o miembros del GAL.
En España, en años muy recientes, hemos escuchado a Jiménez Losantos decir que si tuviera una escopeta mataría a Pablo Iglesias. Y ahí sigue el señor, con su cadena de radio, diciendo este tipo de cosas y tan ancho. También varios políticos del PP han hecho comentarios públicos defendiendo la ejecución de «rojos» durante el franquismo e incluso diciendo que estaban perfectos para un tiro en la nuca los miembros de un partido de izquierdas que protestaban hace no mucho en un acto silencioso en el parlamento. Eso se llama apología del terrorismo, apología del asesinato. Pero esta gente no recibe ningún castigo.
Las redes sociales están infestadas de mensajes de odio, desprecio e incluso incitaciones a la agresión y asesinato a refugiados, inmigrantes o musulmanes. Aquí no pasa nada, parece, todo en orden, Señor Juez, a pesar de que los comentarios de ese tipo sí incitan a la violencia, mientras que un toro no se entera de lo que dicen los humanos y no se siente más animado a defenderse en la siguiente corrida sólo porque haya gente que le vaya a aplaudir.
Yo en principio abogo por la libertad de expresión, pero, si nos ponemos a condenar a gente por alegrarse por la muerte de otra, aquí acaba más de media España en la cárcel. Y sí, no hace falta que me explique que no es lo mismo alegrarse de la muerte de un xenófobo, un torturador o un miembro de los cuerpos de represión que de un rojo de mierda, una feminista o alguien que se opone a la tortura de animales. Ya sé que no es lo mismo. Unos defienden la supremacía, el sometimiento, la tortura y el abuso y los otros defienden la igualdad y el respeto por la vida, libertad e integridad física de individuos discriminados por supremacistas.
Señor Juez, le agradezco mucho que defienda usted a un régimen como el español, en el que los corruptos están en la calle, viviendo a todo lujo con el dinero que han robado al pueblo (igual que hacen muchos empresarios, sin romper la ley siquiera), en el que los pobres acaban en la cárcel por robar comida, en el que se deja sin casa a miles de personas, en el que se promueve y practica el machismo en todas sus formas, en el que se te encarcela por opinar o incluso por alegrarte de algo (ya está bien de sentir lo que nos salga, hay que castigar los pensamientos pecaminosos), en el que se permiten actos anticonstitucionales por parte de ultraderechistas mientras se reprimen y castigan los que son de ideología opuesta, en el que se subvencionan «festejos» en los que se tortura impunemente, incluso celebrándolo… y en el que ya sólo nos queda la ironía para poder expresarnos. Gracias de verdad, Señor Juez, gracias por no encarcelarnos por usar la ironía… todavía. Nos vemos en los juzgados, casi seguro, a este ritmo.