La prostitución es uno de los temas más controvertidos dentro del feminismo y es algo que me sorprende mucho, ya que se usan a menudo argumentos propios de machistas de lo más reaccionario.
Si una mujer decide prostituirse no tiene por qué soportar el paternalismo (sí, paternalismo, no maternalismo, porque es de carácter patriarcal) de nadie. Ella es una persona con sus criterios propios. Si te quitas de encima prejuicios y dogmas sociales respecto al sexo y consigues ganarte la vida de un modo que te gusta más o que te resulta más rentable es que tienes el tarro comido por el patriarcado, por lo visto, según much@s. Curiosamente las tres prostitutas que conozco son feministas que simplemente no arrastran tantos tabúes sobre el sexo. Y dos de ellas lo hacen no sólo por el dinero sino porque les gusta mucho follar.
Un hombre puede prostituirse y no le dicen que tiene el cerebro lavado por el patriarcado y que está sometiéndose al machismo al hacerlo. Porque, como tod@ buen/a feminista sabe, un hombre tiene opiniones propias y toma decisiones libremente. Y las mujeres son idiotas y hay que decirles qué es bueno para ellas aunque ellas te digan que las dejes en paz.
Una cosa es luchar contra la cosificación y sexualización de las mujeres, contra las mafias que explotan a prostitutas y contra circunstancias sociales que llevan a muchas mujeres a prostituirse contra su voluntad y otra es pretender despojar de su criterio y control sobre su propio cuerpo a las mujeres que deciden hacerlo cuando es por elección propia. ¿Que es un porcentaje pequeño de las prostitutas? ¿Sí, y qué? ¿Por eso no pueden ejercer su libertad quienes no lo hacen obligadas?
Esto además patina mucho en un movimiento bastante caracterizado por la lucha contra tabúes sexuales, pero dentro del cual un porcentaje significativo ve mil veces peor que trabajes con tu coño que con tus brazos. Ir a un/a masajista está muy bien, por lo visto, porque aunque “vendas tu cuerpo” (como le llaman algun@s a prostituirse) no tocas con tetas, culo o coño, que esas partes son íntimas y hay que protegerlas con pudor.
Y es especialmente llamativo que le llamen a eso sometimiento y sumisión, cuando quien pretende someter a esas prostitutas es la gente que les quiere robar su derecho a decidir (derecho que sí otorga a los hombres), convirtiéndolas en víctimas de discriminación y paternalismo machistoide por parte de algunas personas que se autodenominan feministas.