Yo nací y crecí en una familia galaico-nacionalista (por suerte se han curado). Desde pequeño creí que «los españoles» eran «malos» o tontos y que los galleguistas eran buenos. Y, cuando hablábamos de alguien, una característica que destacábamos como positiva era que nos había hablado en gallego.
Nos burlábamos de «los madrileños» que venían a veranear a Galicia y nos parecían geniales gestos como que un amigo nuestro fingiera no entenderles y les hablase en gallego. Me llevaban a manifestaciones nacionalistas e independentistas en las que yo coreaba consignas que ni entendía (igual que hace mucha gente con sus hij@s en otros temas, a quienes mucha gente ve con ternura por «pensar» como ell@s siendo tan pequeñ@s).
Me comí semejante lavado de cerebro por mi familia y entorno que me llevó 19 años y bastante LSD el conseguir ver lo paleto que estaba siendo. Tan paleto como cualquier nacionalista de cualquier país.
El victimismo nacionalista es algo que se ha usado a lo largo de la historia para defender invasiones, guerras, atentados contra población civil o cosas como el nazismo, que tuvo el apoyo que tuvo (Hitler ganó las elecciones) debido al «análisis» patatero de problemas históricos o sociales basándose en «patrias» y no en clases.
A veces se nos camufla el nacionalismo de independentismo y en cuanto esa persona abre la boca se le ve el plumero rápidamente con su «yo no soy nacionalista pero». Eso no quiere decir que no haya independentistas no-nacionalistas, pero la verdad es que conozco pocos. De todos modos no tiene por qué tener que ver una cosa con la otra necesariamente. Alguna gente busca la independencia por motivos principalmente económicos, como ocurre con la ultraderecha italiana de la Lega Nord.
Lo de que el nacionalismo se cura viajando es cierto en gran parte de los casos, pero hay gente que ni así se cura y va con el pecho hinchado por el mundo adelante creyendo que su lugar de origen, su cultura y su lengua es especial, teniendo que dejar siempre muy claro de dónde es y cual es su nacionalidad.
Si a lo largo de la historia todos los esfuerzos de muchos sectores populares se hubiesen centrado en combatir las diferencias de clase en lugar de defender fronteras, banderas y orgullos patrióticos otro gallo cantaría.

El nacionalismo es señal de ignorancia. Uso una foto de la bandera con el aguilucho porque si pongo la monárquica igual me meto en líos, no por otra razón.