El bombardeo de Siria y la masacre terrorista de inocentes que está llevando a cabo Francia no es ojo por ojo. El ojo por ojo se inició a raíz de la invasión de Irak, ya hace tiempo. Eso, y las injerencias en las políticas de países de la zona, o la invasión de Afganistán, la invasión de Siria y unas cuantas cosas más, unidas a una calculada promoción de la islamofobia, hizo que mucha gente de esos países sólo engendrase odio, lo cual favorece la formación de organizaciones terroristas. Especialmente si EEUU, Israel, Turquía o Arabia Saudí las apoyan y las financian, con el fin de desestabilizar la zona, eliminar a enemigos incómodos como los kurdos o apoyar a golpistas sirios que ellos nos presentan como «rebeldes moderados».
Así nace el Daesh, un engendro alimentado por el odio, la islamofobia, el fanatismo, una interpretación retrógrada del Islam y los recursos que les ofrecen los países mencionados. Luego Daesh, que mata a la mayoría de sus víctimas precisamente en los países invadidos por occidente (¿casualidad?) y no en sitios que se supone que serían unos de sus principales objetivos, como Israel (¿casualidad?), comete unos pocos atentados en Europa (el 2% de sus atentados) y aquí claman venganza y ojo por ojo, cuando estos atentados ya son el ojo por ojo.
Ahora Francia va a por el ojo por ojo por ojo. O, más bien, a por petróleo, ubicaciones estratégicas, control de gobiernos en la zona, control del gas que exporta Rusia o Irán… como hacen los otros países mencionados. A occidente le da igual que no puedan controlar por completo a los grupos terroristas que apoyan, arman y financian. Al fin y al cabo cuando hay algún atentado en su territorio quienes caen son civiles, no el presidente, ministros, altos cargos del ejército, grandes magnates de multinacionales… Quienes caen son civiles que a raíz de esto no hacen sino justificar con más odio las invasiones, expulsiones de inmigrantes, cerrar la puerta a refugiados, restricción de libertades… Mientras, los dirigentes a los que votan se frotan las manos.