Echarle la bronca a un niño pequeño por tener un berrinche es tan absurdo como echarle la bronca a un pájaro por cantar. No es algo que él pueda controlar. El niño tiene emociones y sentimientos que no sabe cómo expresar ni identificar y explota por ahí. Pero no lo hace por joder.
Es muy inmaduro y cazurro exigirle a un padre o madre que reprima a su hijå cuando grita o patalea o llora en un banco, supermercado o en el bus. Es algo intrínseco a la existencia del niño. Quien cuida a eså niñå puede decirle que por favor deje de gritar, preguntarle por qué llora o incluso si es necesario agarrarlo un poco si está dado manotazos a lo bestia. ¿Pero qué más pretendemos que haga? ¿Pegarle? ¿Gritarle? ¿Amenazarlo? ¿Va eso a solucionar un berriche? En cualquier caso, aparte de ser maltrato en toda regla, empeorará la situación. Ese tipo de comportamiento es un berrinche de adulto, una pataleta porque quiere que un pájaro deje de cantar, que la lluvia pare de caer o un niño pequeño deje de llorar o gritar.
Todo esto queda todavía más patente cuando ves cómo el niño, después de un berrinche monumental, tirando cosas, pegándote y babeando y escupiendo en el sofá, acaba tranquilizándose (a veces por sí solo y otras veces abrazándolo si se deja o dándole cariño o mostrando comprensión) y viene a pedirte disculpas y a explicarte que es que se enfadó y que no quería hacerte daño y que no te va a volver a pegar. Incluso a veces unas horas después te pregunta por qué lloraba antes, lo cual muestra que él no entiende bien sus reacciones y no actúa así por fastidiar.
Una cosa es permitirle todo y darle siempre todo lo que pide (que no le hace ningún bien, ya que no desarrolla tolerancia a la frustración), que hay que saber ser firme en ciertos temas, y otra cosa es tratarlo como si fuera un adulto sólo porque tiene aspecto humano. Ser firme no es lo mismo que ser brusco, gritón o amenazar. Y hacerle entender las consecuencias que van a tener sus actos no es amenazar, es educar. Y esas consecuencias de las que le informamos deben ser siempre algo relacionado directamente con lo que está haciendo; no decirle que si tira el juguete lo vamos a dejar sin comer sino que igual le tenemos que quitar el juguete para que no lo tire.
Que se permita tener hij@s sin hacer cursos de formación debería estar prohibido. Y a la gente que no tiene hijås habría que ponerle las pilas cuando amenaza al niño o le exige a sus padres o madres que lo repriman. También en las escuelas nos deberían explicar por qué los humanos de corta edad reaccionan así, antes que enseñarnos polinomios o la obra de Lope de Vega. Que con los niños nos vamos a topar todo el tiempo y con Lope de Vega no, ni vamos a tener que saber cómo comportarnos ante un polinomio sin hacerle daño, traumatizarlo o agredirlo de diferentes formas.