La actitud del «ya está bien» que tanto cala en la gente cuando está insatisfecha o frustrada con su vida o con el mundo no es una actitud revolucionaria, progresista ni nada similar. La rebeldía porque sí no garantiza ningún cambio hacia un mundo más igualitario. Análisis y reflexión serán lo que dé pie a una reacción efectiva y con sentido, y a cambios reales y con base. Ese «ya está bien» que tantos aplauden es además un freno para los avances que se puedan ir consiguiendo. En cuanto un avance en temática social se va asentando y normalizando salta automáticamente el resorte «ya está bien» y así vemos cómo desde sectores o personas que jamás nos lo habríamos esperado se oyen gritos contra esos avances que habían originado tantos «yaestabienes» exigiendo su consecución. Así vemos a homófobos entre gente «progre» que dice «ya está bien» frente a lo que llaman el «lobby LGBTI», un montón de comentarios anti-judíos desde sectores de la izquierda (acusándolos de ser los causantes de todos los males del mundo… Hitler vuelve), islamofobia, rechazo al feminismo, cinismo frente al animalismo…
Una persona que animamos a manifestarse, rebelarse y luchar sin instarla a que reflexione y se informe bien acaba siendo como la entropía, liberando energía en direcciones aleatorias, pudiendo perjudicar mucho a avances sociales. Especialmente cuando quien tiene más poder para influenciar sus opiniones y utilizar su energía es quien más capacidad de manipulación tiene.
Menos pataleta, menos griterío, menos slogans facilones, menos orgullo por ser anti-algo… y más análisis y reflexión. Vemos cómo montones de personas se creen mejores activistas, más dedicados y que «dan más» por ir a berrear a una manifestación (a «dar la cara», dicen algunos) mientras critican a quienes trabajan encerrados en su casa redactando artículos, escribiendo a periódicos, haciendo comunicados de prensa, haciendo páginas web… que son las cosas que fundamentan con argumentos las protestas, que de por sí no son ni cambian nada. A esos les llaman «activistas de salón». Desde el «salón» se cambia mucho más que desde una mani en la que tu presencia o ausencia pasa casi inadvertida, pero no pasa inadvertido el que alguien se haya pasado todo el trabajo que supone difundir su convocatoria, dar argumentos e información que sostenga lo que se reivindica, ponerse en contacto con la prensa… Hay quien parece creer que los panfletos que reparte los escribió, diseñó e imprimió dios, que las pancartas se las encontraron de camino a la mani, que esta se convocó espontáneamente… y que es la mani lo que más va a cambiar las cosas.
Usa antes el cerebro que la boca. Y si tienes que escoger no escojas la boca, porque hay muchas posibilidades de que hagas más daño que bien.
andressolo 