Hay gente muy orgullosa de ser de izquierdas. Pero mucha de ella cuando cuestionas los privilegios de clase, como el que un entrenador de fútbol esté podrido de pasta por hacer un trabajo no más duro que el de un albañil o una costurera, se siente culpable e incoherente. Porque, claro, decir «soy de izquierdas pero mi vida en nada difiere de la de alguien de derechas excepto en el partido al que voto» hace que eso de «ser de izquierdas» no sea nada por lo que sentirte mejor, especial o diferente.
De todos modos, yo me veo en debates con gente que defiende que Pepe pueda declararse comunista aunque viva a todo tren (con pegatinas del Che en el Porsche, eso sí) mientras su vecino Manolo lleve años muriéndose de dolor por no poder pagarse una operación de un par de miles de euros, o que pase hambre, o que viva debajo de un puente.
Te vienen algunås con que Marx no decía que no pudieras enriquecerte sino que no podrías hacerlo si es explotando a lås demás (algo así). Como si eso ya fuese la fórmula mágica para poder decir «soy diferente a los capitalistas, yo soy comunista, y eso significa que soy mejor». Cito a Marx y me quedo tan ancha.
Yo no tengo aquí a Marx para preguntarle qué opina de que tú vayas en tu yate y te topes una patera a la deriva y pases de largo porque ibas a tener que volver a puerto a pedir ayuda e implicarte en el rescate (porque, oye, tú te has ganado tu pasta como arquitecto, no se la has robado a nadie). Pero si parte de la teoría marxista implicase el dejar morir de hambre o ahogada a otra gente menos privilegiada pues el marxismo sería una basura.
La cuestión no es la etiqueta que te pones. Lo importante es lo que haces. Y si ser de izquierdas es disfrutar de tu privilegio de haber nacido en España, en una familia con casa propia, haber podido estudiar una carrera y haber conseguido un trabajo de arquitecto, sin que nada de ello haya sido por esforzarte más que Mohamed, que acaba de llegar en patera, y sin compartir tus riquezas con él (o, mejor, dedicarlas a proyectos como el Open Arms o campañas contra el capitalismo)… pues ser de izquierdas es un asco, oye. En términos personales prefiero a alguien que vote a la derecha pero que en su vida cotidiana se muestre mucho más solidaria. Que al final parece que todo se reduce a lo que dices ser o al partido que votas.
Tampoco creo que sea comparable el caso de Luisa, que tiene la pasta justa para ir tirando, aunque no comparta sus bienes con alguien más pobre por miedo a quedarse en una situación muy vulnerable, que la de Alicia, que tiene pasta más que de sobra y que no va a acabar en una situación crítica por compartir gran parte de sus bienes o dedicarlos a campañas contra el capitalismo.
Tú no eres feminista por decir «soy feminista». Si eres un tío y a tu compañera de trabajo le pagan la mitad que a ti por hacer lo mismo, no creo que puedas decir «soy feminista» si aceptas ese privilegio sin plantar cara contra la discriminación de tu compañera o, como mínimo, sin compartir equitativamente tu salario con ella. Si no, lo que eres es un cantamañanas. Y, si serlo entra dentro de tu concepto de «feminismo», pues tu «feminismo» es del mismo valor que el «socialismo» de Felipe González.
Creo que a menudo se pierde el sentido original de ciertas ideologías. Y el objetivo original del comunismo no es nada relacionado con los medios de producción ni nada de eso, eso son consecuencias estratégicas del principio de solidaridad y de la empatía. El sentido original es hacer que las personas sufran menos. No es una mera teoría económica.
