Represión y drogas

Cuando se habla de lo injusto que es el régimen de un país en términos sociales se habla de la pobreza, el machismo, la homofobia, la xenofobia… pero parece que todo el mundo tiene un extraño complejo a la hora de reivindicar su derecho a poseer y consumir las drogas que le dé la gana, del mismo modo que exige su derecho a practicar su sexualidad sin restricciones. Y cuando hablas del factor drogas como parte de una crítica a un régimen se toma a cachondeo, una menudez o como un «bueno, ya estamos sacando punta…». Pero oye, que hay gente en la cárcel o pagando multas por posesión de drogas o venta (la cual algunos condenan mientras trabajan de traficantes de alcohol y tabaco en un bar), cuando en España no hay nadie en la cárcel o siendo multado por ser gay, por ejemplo. Vemos a Rusia con ese tema y nos escandalizamos (y no es para menos), pero en toda Europa y la mayor parte del mundo se discrimina, margina, estigmatiza, reprime y encarcela a gente que consume ciertas drogas (no las que ese régimen acepta, como es aquí el café, el metilfenidato, el alcohol, el tabaco, etc.) y eso ni se menciona al hacer análisis sobre justicia social.

 

Incluso mucha de la gente que consume esas drogas tiene complejo por hacerlo y rara vez reivindica su derecho a consumirlas del mismo modo que reivindica su sexualidad o su libertad de expresión. Y es que decir públicamente que consumes ciertas drogas automáticamente te convierte en un indeseable, alguien de quien desconfiar, alguien sin credibilidad, a quien temer, en un insensato, en alguien que no sabe qué hacer con su vida… Y como intentes explicar que no sólo no tiene por qué ser nocivo cierto consumo de drogas (y si lo es será cosa tuya), sino que puede ser de gran utilidad en el desarrollo intelectual o emocional de la persona, se te trata como si necesitases excusas para poder drogarte. Eso sí, mucho criticar pero les preguntas qué saben sobre la droga que critican y rara vez tienen la más mínima idea de qué están diciendo.