¿Qué es el anti-especismo?

Existen infinidad de malinterpretaciones respecto a qué implica oponerse al especismo. El antiespecismo no propone que se respete la vida de los miembros de todas las especies por igual. Tampoco defiende que se trate a todos los animales por igual sólo por pertenecer al reino animalia. Tampoco exige un trato favorable hacia las especies de animales no-humanos en detrimento de la especie humana. Tampoco equipara en capacidades a todas las especies, ya sean capacidades intelectuales o sensoriales.

En realidad es mucho más simple que todo eso. La postura antiespecista busca que se dé el mismo valor a LOS INTERESES de un individuo independientemente de la especie a la que pertenezca.

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De esta manera, de entrada, ya quedan descartados los miembros de las especies del mundo plantae, fungi, protista, bacteria y archaea (arqueobacterias). Estos organismos carecen de sistemas de percepción que generen experiencias. Esto no significa que no tengan mecanismos de defensa. Pero un mecanismo de defensa de un organismo no tiene por qué ser algo consciente. Aparte de las cosas de las que nos defendemos a raíz de sentir dolor o placer hay infinidad de otras de las que nuestro cuerpo se defiende sin que eso se procese como algo consciente, una experiencia (por ejemplo la reacción de nuestro organismo ante la entrada de ciertas bacterias en él, que la mayoría de las veces no tiene mayor trascendencia y ni nos enteramos). Existe mucha elucubración respecto a esto, pero pocas veces va más allá del “vete tú a saber”. Y si hablamos en términos de “vete tú a saber” (que es lícito a mis ojos, pero entonces apliquémoslo a todo), en lugar de aquello que estudiamos, razonamos, sentimos y creemos comprender, entonces también podremos decir que una silla sufre, la canción de Billie Jean de Michael Jackson disfruta cada vez que la escuchamos y que nuestro ordenador está muy frustrado cuando se queda sin batería… porque oye, hay una reacción, ¡el ordenador se apaga! ¡Eso es que siente! Un razonamiento similar sostiene mucha gente que asegura que las plantas sienten. Es interesante ver que no tanta gente dice que la infección de hongos que tiene en la uña del pie sufre, y que es muy triste matarla, no sé qué tendrá una planta que la haga más susceptible de sufrir que un hongo.

La inmensa mayoría de personas da un trato claramente distinto a animales sintientes y a plantas. Nadie te insulta ni se espanta porque camines por el parque pisando hierba o arranques unas hojas de lavanda para olerla, pero sí cuando le das una patada en la cara a un niño o un perro. Pero mucha de esta gente de repente empieza a preocuparse muchísimo por las plantas y asegura que sienten en cuanto conoce a alguien vegano (a menudo sin que éste le diga ni mu). Pero, evidentemente, sólo es una reacción defensiva ante su propio sentimiento de empatía cuando reflexiona sobre su trato con otros animales. Esa persona seguirá pisando hierba y cogiendo hojas mientras que no se dedicará a caminar sobre la gente en la playa ni a dar patadas a perros y niños. Y es normal. No hace falta recurrir a bibliografía científica para entender que un niño, un perro, una gallina, un atún o una rana sienten. Nuestra interacción con el entorno nos da datos más que suficientes. Yo no tuve que leer sobre sistemas nerviosos al entrar en el cole para no ponerme a dar golpes a mis compañeros y comparar eso con comer zanahorias.

Pero a veces sí es interesante o necesario investigar un poco más allá de lo que se nos presenta a simple vista. A alguna gente una medusa y un pulpo pueden parecerle seres relativamente similares. Sin embargo, uno de ellos es el invertebrado con el sistema nervioso más complejo y con capacidades intelectuales “más desarrolladas” (si es que eso se puede medir de alguna manera), mientras que el otro ni siquiera tiene sistema nervioso central (SNC). Las medusas y el resto de las más de 10.000 especies del filo Cnidaria sólo tienen sistema nervioso periférico. Eso les otorga ese movimiento y respuesta rápida a estímulos, pero al no tener un “procesador central”, esos estímulos no pueden convertirse en experiencias como el dolor o el placer. También hay animales sin sistema nervioso de ningún tipo, como los corales o las esponjas.

Observando esto, no parece que tenga mucho sentido hablar de “intereses” en el caso de animales que no pueden tener experiencias, ni en el caso del resto de seres vivos de otros reinos.

En cualquier caso, la cuestión sería la misma: si “descubriésemos” que las amapolas pueden experimentar placer o sufrimiento, una postura antiespecista sería la de valorar por igual los supuestos intereses que pudiera tener, independientemente de si es o no un animal.

Esto tampoco significa que valoremos por igual el interés de Luis en llegar pronto a su casa porque está cansado que el interés de Alberto en que dejen de pegarle con barras de hierro quienes le están dando una paliza. Lo que significa es que siendo antiespecistas le daríamos la misma importancia a los intereses de estos dos individuos, aunque Luis fuera humano y Alberto un perro, un pollo o un tiburón.

Los intereses hay que analizarlos en cada caso, aunque la pauta general casi obvia es que tenemos interés en disfrutar y en no sufrir (cabe apuntar que el dolor no siempre es sufrimiento). Pero, por ejemplo, no es lo mismo atar a un perro que no está acostumbrado a que lo dejemos solo y decirle “vengo en 10 minutos”, que atar a nuestro hijo de 8 años y decirle “vengo en 10 minutos”. El perro seguramente sufra mucho más por no saber si lo has abandonado o si vas a volver.

Los humanos son una especie de animales con características peculiares en ciertas cuestiones, aunque a menudo se apunta sólo a lo extraordinario de los humanos cuando resulta más extraordinario un tardígrado en infinidad de aspectos. Pero algunos humanos creen que por tener ciertas características uno sufre y disfruta más. Por ejemplo, hay quien parece opinar que el resolver un problema matemático te otorga una mayor capacidad para sufrir o disfrutar. O el diseñar una nave espacial. O el pintar cuadros. O el mirarse el ombligo. Sobre todo esto último. Hay humanos que no hacen ni harán nada de eso y poca gente dice “¡esclavicémoslos!” por ello. Hay bebés que tienen algún problema de salud que hace que su vida no se vaya a prolongar más que unos meses. Sin embargo pocos dicen “Bah, nunca va a hablar, leer, estudiar ni aportar nada a la sociedad. ¡Torturémoslo!”. Sin embargo el que algunos animales tengan lenguajes más sencillos que el que suelen usar la mayoría de los humanos, muchos de ellos no tengan la misma facilidad para crear herramientas complejas o que no aporten nada a nuestro bienestar social son argumentos a menudo usados en defensa del especismo. Aquí vemos claramente la definición de especismo: el valorar más los intereses de un individuo sólo por el hecho de ser humano. Aunque, desgraciadamente, también encontramos a gente que se autodenomina antiespecista pero infravalora a los humanos y los intereses de un humano. Y eso tiene tanto de antiespecista como la misandria de antisexista: cero. El convertirte en el opresor o discriminador pero a la inversa no es un principio (ni un fin) de una ideología igualitarista.

Las implicaciones del antiespecismo parecen bastante obvias al menos en casos de nuestro trato directo con otros animales. Hoy en día se encierran, degüellan, asfixian, capturan, pescan, cazan, torturan, y maltratan animales de infinidad de maneras; cosas que la mayoría de la gente condenaría si ese sufrimiento fuese humano. Pero el sufrimiento no entiende de especies. El sufrimiento es una experiencia subjetiva que percibe un individuo, sea de la especie que sea.

Es comprensible que la mayoría de la gente sea especista o machista, son ideas muy integradas en nuestra cultura y no se suelen deber a profundas reflexiones que llevan a la persona a opinar o sentir así. Me parece un error el culpar a alguien por sostener una idea o postura de este tipo. Y si queremos ayudar a alguien que ha sido agredido y que necesita ayuda médica no veo sentido en dejar a esa persona tirada en el suelo mientras salimos corriendo a darle “su merecido” al agresor. Y los animales no humanos no sufren menos por mucho que culpemos a alguien por sus actos. Más bien, ante la incomprensión y agresividad al defender ciertas ideas antisexistas o antiespecistas, mucha gente se espanta, porque se le está llamando culpable cuando la persona en ningún momento actuaba con la intención de hacer daño al resto. Comprender no es sinónimo de aprobar. Y creo importante saber decir “no apruebo esto que haces” y a la vez intentar entender por qué lo haces. Porque, al igual que intento comprender por qué un gato “juega” con un ratón antes de matarlo, sin dedicarme a ponerle calificativos moralistas, lo mismo puedo hacer al ver a un amigo comiéndose un filete. Lo que sí es diferente es que mi amigo puede escuchar mi opinión y pensar sobre ella. Y es por eso por lo que escribo esto.

Acerca de andressolo

Procuro vivir sin causar daño al resto y sin morderme la lengua respecto a nada. Aquí tengo algunos de mis artículos.
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2 respuestas a ¿Qué es el anti-especismo?

  1. Juan Barbosa dijo:

    Hola.
    Interesante entrada.
    Comparto.

  2. andressolo dijo:

    No entiendo tu comentario

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