Cuando nos hablan de violencia machista sólo nos muestran información sobre casos de asesinatos, violencia física o amenazas. Pero el machismo no es algo que se dé de forma espontánea sino que tiene una base cultural. Mientras no cambiemos esa base, terminar con esta violencia más visible no será posible.
Todo comienza con el propio hecho de tratar de modos diferentes a niños y niñas, como si en su “naturaleza” llevasen implícito el gen Barbi y el gen pistolero. Como suele ocurrir, una segregación da pie a una discriminación.
Las mujeres en esta sociedad son valoradas en relación a lo atractivas que resultan para la mayoría de los hombres heterosexuales (basándose en estereotipos de belleza occidentales). Un hombre inteligente, simpático, gracioso, habilidoso, etc. puede no coincidir en su aspecto con lo que se considera “bello” en esta sociedad pero no suele implicar una discriminación similar en grado y frecuencia a la que sufre una mujer. Un buen presentador de TV puede ser gordo, calvo o mayor de 50 años. Una mujer gorda, mayor o sin depilar no tiene cabida en la TV en casi ningún caso. Y actrices gordas o sin depilar? Representantes de empresas, en anuncios o en persona? Dependientas en la sección de fotografía o ropa? Siempre hay excepciones. Pero los análisis sociológicos no se pueden basar en las excepciones principalmente.
En la televisión o en actos oficiales siguen usando “azafatas”, mujeres jóvenes y delgadas, depiladas y con poca ropa que le traen tarjetitas al presentador que nos lee su contenido. Al final de una etapa ciclista dos chicas de las mismas características se agregan al premio del ganador, junto con el champán, al cual dan besos y flores. Los desfiles de modelos son en su mayoría de mujeres, reforzando la idea de que eso es para lo que vale una mujer. Y tienes que luchar por ser así si no quieres que se burlen de ti y que te rechacen por no ser joven, estar delgada o ir depilada.
Cuando se te ve como a un objeto se te trata como tal. Y cuando un cacharro no nos funciona lo tiramos a la basura. Incluso si nos ha estropeado la comida o la ropa a veces le damos un golpe con despecho. Mientras a las mujeres se les vea como objetos y seres complacientes seguirá habiendo golpes y asesinatos. Para cambiar esto hay que ver más allá. No es al asesino a quien vamos a convencer con nuestras protestas. El asesino es el eslabón más evidente de la cadena social que lo ha engendrado.